lunes, 7 de julio de 2025

Retazos de Historia de la Fotografía, 2. Los negativos y su conservación, por un aficionado.

 La Historia de los negativos se remonta a los primeros tiempos de la Fotografía y se alude a Talbot como el primero en crearlos. Pero este "retazo" sólo aportará algunos recuerdos personales y alguna que otra imagen. 

En mi casa, en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real, España, desde que tengo uso de razón, siempre hubo negativos fotográficos. Eran grandes, comparados con los de 35 milímetros, y estaban, ya un poco desvaídos. Había, al menos, dos tamaños. Y estaban en pequeños sobres de papel de estraza marrón, o sueltos, en el fondo de la caja en la que estaban las fotografías familiares. 

Mi padre había sido aficionado a la Fotografía y mi madre también había tenido una cámara Kodak Brownie, como regalo de la Primera Comunión, allá por 1929. Pronto, es decir, a finales de los años sesenta del siglo XX, empezaron a llegar a mi casa los negativos en color de la Kodak Instamatic 25, que también procedía de la Primera Comunión de mi hermano y mía. 

Tuvieron que pasar unos años hasta que nos fuimos aficionando a la Fotografía mis hermanos y yo. Así llegaron los negativos de 35 milímetros. A veces nos los daban enrollados y otras, ya cortados en tiras, en una pequeña funda de papel, fijada al sobre que contenía los positivos o copias. Gracias a otro primo hermano conseguí una ampliadora y monté un pequeño laboratorio fotográfico. Allí, varios amigos pudimos ver ese proceso físico-químico que nos dejaba boquiabiertos. Y además de los nuestros, imprimimos algunos de hacía muchas décadas, aunque tuvieran poca definición.

Como la afición fue "in crescendo" compré mis primeras hojas de papel perforadas con cuatro agujeros para conservar, ordenados, los negativos. Creo que las compré en el Rastro o en una tienda que había en la calle Fuencarral, muy cerca del Café Comercial, junto a la glorieta de Bilbao, en Madrid. Podían ser los primeros años ochenta del siglo XX y Madrid era una verdadera maravilla fotográficamente hablando. Había tiendas de Fotografía por todos lados y, además, algunas eran verdaderos almacenes en los que había de todo, incluyendo infinidad de materiales y aparatos de laboratorio.

Una carpeta de cuatro anillas tamaño folio se fue llenando poco a poco y de los primeros negativos en blanco y negro enseguida pasé a los de color...Y otra carpeta, y otra...

Pero empecé a hacer diapositivas. Ya es otro mundo, no son negativos, sino positivos. De este tema hablaremos en otro "retazo". Los laboratorios empezaron a entregar los negativos, ya cortados, metidos en fundas de plástico y, al cabo de un tiempo, a entregar también las fotos índice, con algo parecido a copias "de contacto". Yo en realidad prácticamente no usaba ya carretes de negativos sino que me había volcado por completo con los de "diapos". Y creo que fue en los primeros años dos mil cuando llegaron para mi los formatos digitales.

En este siglo XXI una prima me regaló varios negativos de los grandes (para mí), como de 7x9 cms, aprox., y alguno que otro de cristal. Yo ya había comprado algunos de este material para mi pequeña colección de materiales fotográficos, que luego usaba en algunas actividades educativas en mi trabajo como maestro de escuela y profesor universitario, y en los talleres como voluntario de Cáritas.

Llegó el momento de echar mano de alguna que otra imagen y, si resultaba complicadillo buscar y rebuscar entre tanto material almacenado, no siempre bien colocado ni etiquetado, tampoco era fácil ni barato recurrir a profesionales, cada días más escasos, por otra parte. Así que la nueva adquisición fue un escáner de diapositivas y negativos en Fotocasión, Madrid. Tras la primera prueba lo cambié por un modelo más avanzado. No está de más decir que así descubrí personalmente lo que ya había le había escuchado a un verdadero sabio de la Historia de la Fotografía a nivel mundial, Ángel Fuentes de Cía, en un par de cursos que hice con él. No era otra cosa que el escaneado es toda una técnica y todo un Arte, similar prácticamente al proceso previo de la captación de la imagen.

Ahora tengo esos submundos fotográficos en los que conviven muy poco y muy relativamente los negativos, los muy escasos escaneos hechos por mí y los encargados a profesionales (a veces guardados en discos) y esa apabullante concentración de archivos digitales que, cada cierto tiempo, te plantan sustos y disgustos. 









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