viernes, 11 de enero de 2019

Gambas duende en Piedrabuena, también en pleno invierno, enero 2019...

Enero de 2019, de estreno, día primero del año. Ha helado esta noche y en las umbrías todavía a media mañana se ven los efectos. Luce un sol precioso. Los pequeños tallos de las siembras, a contraluz, parece que destellean. En el campo no se ve un alma, es uno de esos momentos mágicos. Me acerco a ver algunos de los charcos en los que he localizado crustáceos branquiópodos en los últimos tres años. Como lleva mucho tiempo sin llover pienso que no veré nada, más allá del polvillo arcilloso cuarteado y las huellas de tractores y de algunos animales.

Sin embargo, en uno de los emplazamientos hay agua, aunque muy muy turbia; se diría que es más barro que otra cosa. Las huellas de los vehículos ordenan, de alguna manera, casi todo el pequeño espacio, y lo jalonan, a veces, rítmica y ordenadamente, aquí un surquito, al lado un lomillo, y así sucesivamente. Por si fuera poco, en los bordes de esos charquillos, orientados al norte, todavía se mantiene un poco de hielo, estando a estas horas empezando a recibir los primeros rayos de luz, ya que el sol está muy tumbadizo.
Veo como algo se mueve lentamente en el agua, sin llegar a asomar en la superficie. Pienso en diferentes animales pero no estoy seguro. De pronto, esa diminuta ola en forma de flecha que avanza y que deja un par de estelas, por decirlo de alguna manera, por detrás, forma una especie de remolino irregular, como si se hubiera producido un movimiento brusco y aflorara tierrecilla del fondo a la superficie, creando unos bucles semiconcéntricos a ambos lados. Además, se notan unos puntitos de diferente color, paralelos a escasos centímetros.



Sigo observando ya más de cerca y descubro que en uno de los bordes campan a sus anchas unos "Spinicaudata" o "concostráceos", esos pequeños seres de poco más de dos o tres milímetros de longitud y que tienen forma y color de mejillón. Los que nadan en la mismísima orilla hacen desplazamientos muy cortos. Allí, en esas playas de poco más de un dedo, el agua es transparente. Los que se adentran, van dejando su huella en forma de línea curva que pronto se desvanece. Veo que los hay por decenas en varios charquillos, aislados o conectados.



Pero vuelvo a contemplar ese como pequeño salto subacuático de algún ser que produce unas hermosas formas., que se desplazan lenta y cadenciosamente.
Empiezo a hacer fotos y descubro que hay más de un animal que no se deja ver. Me acerco aún más, comprobando que la forma me recuerda mucho a las gambas duende, aunque me asombra dado el momento del año y, sobre todo, las condiciones del agua, que ha debido estar, al menos en superficie, congelada toda la noche.

Efectivamente, se trata de gambas duende. Algunas ya llevan los quistes (huevos) en el ovisaco (una especie de placenta exterior, casi transparente), muy largo, por cierto. También tienen un ligero color azul claro con cierta luminiscencia, pero no tanta como la que pude observar en primavera.

 Ovisaco con los quistes de "Branchipus schaefferi", 2017.

Vuelvo al libro de los crustáceos branquiópodos de Fauna Ibérica, de Miguel ALONSO, del CSIC, de 1996, y empiezo a leerme todo el texto introductorio otra vez. Después, voy leyendo los capítulos de cada especie hasta que me doy cuenta de que, efectivamente, las hay que tienen actividad en otoño e invierno. Aunque creo saber de qué género y especie se trata, no me parece apropiado dar la cita como válida sin la supervisión de algún especialista.

Lo cierto es que el pequeño hallazgo me ha sorprendido y me ha hecho feliz. He visitado el charco en cuestión cuatro o cinco veces. Hay más huellas de animales, incluyendo de ganado y el nivel se mantiene a duras penas. Parece que hay menos actividad. En uno de los huecos ya secos del camino se ven las conchas de los "Spinicaudata", antes llamados "concostráceos". La vida nos sorprende a poco que prestemos un poco de atención.


Ejemplares sin vida de "Spinicaudata" antes conocidos como "concostráceos" en un charco ya seco en mayo de 2018 en Piedrabuena, Ciudad Real.

Se puede leer el texto que escribí sobre el tema en mayo de 2017 en el diario Lanza. En este blog también hay algunas entradas sobre el tema, como un vídeo de diecisiete segundos.

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