sábado, 9 de enero de 2016

Siguen apareciendo manantiales en el entorno del río Gigüela, en los Ojuelos, en Villarrubia de los Ojos.

Hace apenas quince días desde que se supo que había aparecido un manantial en el entorno del río Gigüela, en el término municipal de Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real. Se trata de uno de los parajes con más interés natural y patrimonial del municipio por ser una zona en la que alternan los arenales, dunas de origen eólico que presentan cierta actividad y que albergan, junto con los yesares adyacentes, una vegetación de gran interés, con varios endemismos de muy escasa distribución.
Los hallazgos de los tres manantiales tienen una gran relevancia, después de haber estado completamente secos en los últimos treinta años. La existencia del topónimo “ojuelo” ya pone de manifiesto la antigua realidad hidrogeológica de estos terrenos.
Además, son abundantes los yacimientos arqueológicos así como otros elementos patrimoniales que no deberían dejarse malograr.
En estos parajes son visibles los restos de las extracciones de yeso y el entramado de arroyos y zanjas de hace decenas de años. La zona está sufriendo una intensa transformación agrícola con los consiguientes impactos ambientales y patrimoniales. Además, se están produciendo usos extractivos –áridos-que podrían ser ilegales y que, aunque no lo fueran, dada la riqueza y la importancia de estos ecosistemas, deberían ser estudiadas y sometidas a un estudio de impacto ambiental serio y riguroso. No está de más recordar que los límites del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel se encuentran a muy escasa distancia.
Igualmente se están produciendo vertidos de alpechines y de escombros así como el almacenamiento de cantidades ingentes de basura de origen ganadero sobre materiales extraordinariamente porosos y a escasos metros del nivel freático.
En la zanja conocida como Zubilla y en Los Ojuelos se han detectado por el momento tres afloramientos de agua, uno de ellos de considerable extensión. El agua está manando a una profundidad de un metro y medio aproximadamente. En dos de los manantiales se puede apreciar vegetación palustre como la anea y la masiega además de otras plantas endémicas como el albardín y el limonium, entre otras, propias de los yesares.
Los nuevos afloramientos de agua tienen una gran importancia y ponen de manifiesto la complejidad hidrogeológica y el desconocimiento del subsuelo y del funcionamiento de las masas de agua subterráneas.
Aunque se podría deducir que desde hace ya un tiempo los niveles freáticos se están recuperando, tanto la prudencia como la falta de datos y las aportaciones de algunos científicos apuntan en otro sentido o matizan esa percepción. Se habla, por ejemplo, de “tramos saturados colgados” que podrían explicar esas diferencias entre unos puntos y otros muy cercanos.
Dada la complejidad hidrogeológica de toda la zona, otro de los valores intrínsecos de estos terrenos, es aventurado sacar conclusiones o hipótesis pero parece aconsejable la realización de estudios de detalle desde todos los puntos de vista para intentar frenar los procesos destructivos, que conduzcan a la gestión integral y armónica de estos paisajes.
Los afloramientos se encuentran en las antiguas zanjas y en los llamados Ojuelos, afloramientos de aguas subterráneas, que se encontraban en realidad en el cauce anastomosado del río Gigüela.  Ese cauce fue rectificado y encauzado, iniciando así el proceso de desecación total.
Estos pequeños enclaves dejaron de tener agua a mediados de los años ochenta del siglo veinte por lo que supone una gran noticia, después de tres décadas de ausencia.
Es igualmente destacable la gran riqueza animal de estos predios municipales y particulares en los que se echa en falta un mayor control de algunas actividades humanas.

Estas zonas en realidad forman parte del que podríamos denominar como paleo cauce del río Gigüela y que quedó reducido a un canal rectilíneo que ponía fin a ese cauce anastomosado, extraordinariamente ancho y con algunas zonas elevadas, con manantiales como el de Zubilla y con formas y usos perdidos para siempre.

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