martes, 19 de enero de 2016

Los arenales y las pozas.

En los años ochenta del siglo XX los arenales o dunas de Villarrubia de los Ojos se estaban empezando a explotar con cierta intensidad. Había una zona que, debido al socavón producido por las máquinas excavadoras, se había convertido en "pozas", es decir, charcas de cierta extensión y de una profundidad de unos tres metros. Aclaremos que el término "poza" se venía usando en Villarrubia de los Ojos, desde hacía unos años. Se hablaba de "la fuente las pozas", "las pozas de los Alpargateros" o "la poza de don Ramón".
En esa poza había agua en verano y en invierno y algo de vegetación en las orillas. El agua nos recordaba mucho a la que había y hay en las pozas de los Alpargateros, con ese color tan característico entre verdoso y azulado. 
Había un pequeño trazado -muy pocos metros cuadrados- que, durante un tiempo, se convirtió en una pequeña pista de moto-cross, siendo usada muy esporádicamente por algunos aficionados del municipio.
Esos arenales se siguieron explotando cada vez más. Se produjeron verdaderos vaciados de las arenas de las dunas y, dónde quedaba un talud, pronto aparecían los agujeros excavados por decenas de abejarucos comunes, "Merops apiaster". Se apreciaba también alguna que otra zorrera y se veían las lechetreznas "Euphorbia", con sus orugas de esfinge.
Muy cerca apareció un yacimiento arqueológico muy interesante, por cierto.
En ocasiones se apreciaban los restos de vertidos de escombros. y llegó un momento en el que la propiedad instaló unos postes con una cadena para impedir el paso. 
Pero el verdadero mazazo se produjo cuando, ante el cambio de propietario, se siguió extrayendo material y se araron y explanaron los taludes, para aprovecharlos agrícolamente.
Se dijo que la gran colonia de abejarucos se mudó a los taludes calizos de la salida del pueblo por el camino de la Puente el Conde o del Molino de Griñón.
Lo cierto es que ese espacio se ha visto profundamente alterado en los últimos treinta años, a pesar de sus indudables valores naturales y arqueológicos.
Ahora, muy cerca, vuelve a manar el agua. Es como si la Naturaleza nos brindara una nueva oportunidad, que no debemos dejar pasar.

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