martes, 31 de octubre de 2017

Halloween, de ninguna manera, gracias.

Ya lo expuse el año pasado en este mismo blog, Los Ojuelos. No soy partidario de la celebración de Halloween de ninguna manera que no sea la exclusivamente referente al aprendizaje del idioma Inglés, e incluso con restricciones, como expondré más adelante. Me parece que son tantas las fiestas, costumbres y tradiciones que atesoramos y que en realidad se están perdiendo que usar -o perder- el tiempo, el dinero y los recursos naturales y de todo tipo me parece un gran error. Suelo poner el ejemplo de la celebración del cumpleaños de una persona a la que no conocemos. Desde esa idea de la pérdida de nuestras fiestas, de nuestras tradiciones, de nuestras costumbres, la celebración de Halloween ya es un verdadero contrasentido y un despropósito. 
Si esas celebraciones se hacen con el apoyo institucional la cuestión adquiere mayor relevancia y, de alguna manera, gravedad. 
En cuanto al área educativa del Inglés opino que hay otras muchas celebraciones que son minoritarias o sencillamente desconocidas. Pero es más, hay un trasfondo religioso y otro económico que no se deben pasar por alto. Aunque cada vez son más las familias que optan por la asignatura -pseudo-asignatura, en realidad, o "no área"- de Valores Sociales y Cívicos en lugar de hacerlo por la de Religión, no se debería olvidar que la religión Católica sigue siendo la abrumadoramente mayoritaria en España y, desde luego, lo ha sido durante siglos. Ya solo por eso tendría más sentido no celebrar esta...esta...¿fiesta? ¿costumbre? ¿tradición?...¿actividad educativa? de Halloween y optar por otras más cercanas. Así, por ejemplo, en algunos colegios se prefiere la fiesta de Guy Fawkes en lugar de Halloween, que difiere cinco días en el calendario y que tiene la misma o mayor carga idiómatica, cultural e histórica que la de Halloween. Así lo aprendí de compañeras nativas hace ya muchos años. Es una celebración católica pero no debería importar si lo que ha quedado se reduce a una historia muy curiosa, unas cancioncillas, unos dibujos, unos fuegos artificiales, unos motivos decorativos...y sin esa carga comercial tan fuerte. Por cierto, casi todas esas profesoras no eran católicas. 
Pero hay otras muchas fechas del calendario británico, norteamericano o australiano, por ejemplo que se podrían trabajar y que no sería lógico que traspasaran los umbrales de colegios, institutos o universidades.
Por otra parte, no encontramos en la legislación educativa española ni una sola línea que pudiera justificar o avalar las celebraciones que se están produciendo. Tampoco hemos dado con algo parecido en los campos de la Pedagogía, o las diferentes didácticas específicas, más allá de la del Inglés. Modificar el ritmo diario de los centros educativos, adquirir un ambiente festivo, organizar todo tipo de actividades sin un mínimo de reflexión, de crítica, de fundamentación, no cuadra con nuestro sistema educativo, rozando la ilegalidad o la alegalidad pero, sobre todo, desvirtuando la imprescindible significatividad educativa y curricular.
Pero hay más. Se trata de un período de descanso encubierto, de una actividad más lúdica que educativa que implica a todos y todas. A todo el colegio, a todo el profesorado, a todo el alumnado...¿Tiene sentido impartir una clase de Matemáticas o Ciencias Naturales con el alumnado disfrazado de la forma más variopinta y cadavérica posible? ¿Ese alumnado estará pendiente de las centenas o de las golosinas que se van a tomar? ¿Prestarán atención a los tendones que unen los huesos, si fuera el caso, o a la forma en la podrían representar en sus cuerpos esos detalles? Sin bromas, ¿se puede impartir una clase así? ¿y cinco o seis clases seguidas? Puede ocurrir, como de hecho ocurre, que las actividades y los preparativos duren varios días o incluso semanas pero, lo más importante, sin un verdadero trasfondo educativo. Nos solemos quejar los docentes de falta de tiempo para tratar temas muy importantes y, sin embargo, a veces se nos escapa de una forma tan poco provechosa. Cada dos por tres se reproduce esa queja, no se sabe si con fundamento, de lo mucho que se debería hacer en la escolarización obligatoria pero no hay tiempo para tanto, se argumenta.

Los impactos ambientales y económicos son otras cuestiones muy importantes de las que tampoco se habla. Parece obligado comprar disfraces o hacerlos, pinturas, elementos decorativos, dulces que dicho sea de paso, son nocivos para la salud y entran de lleno en contradicción con lo que se quiere inculcar a lo largo de todo el curso...De alguna manera, se convierte en obligatorio un gasto a todas luces superfluo. Se puede dar el caso de familias que tienen problemas para hacer frente a los gastos cotidianos relacionados con la Educación y que, sorprendentemente, sí se disponga del dinero para estos otros.



Hasta dónde tenemos conocimiento las autoridades educativas no han tomado ninguna medida al respecto ni elaborado ningún documento, protocolo o instrucción.
En los informativos televisivos aparece el tema y ya se empiezan a ver reacciones y críticas. Desde luego, si la tendencia sigue, es posible que Halloween no solo desplace y haga desaparecer los días de Todos los Santos y de los Difuntos sino a todas las fechas desde el inicio del curso, en septiembre.
¿Tiene sentido, por ejemplo, que además de no trabajarse absolutamente nada -educativamente hablando- la festividad de  Todos los Santos, pese a implicar a tantos millones de personas, y a ser día de fiesta nacional, se vea suplantada por una celebración pagana y procedente de una cultura diferente a la nuestra? ¿Tiene sentido que el Día de la Hispanidad tampoco se trabaje nada en nuestras aulas? Se podría objetar que es el día de la Virgen del Pilar pero la realidad es que hay una serie de días, fechas, efemérides a las que se les ha venido dando mucha más importancia que a otras.
De manera que la gran ceremonia de consumo de Halloween, el período de descanso no programado (si así fuera), las actividades supuestamente educativas con altas dosis de contravalores, no debería seguir pasando como algo inexistente, como algo puramente anecdótico o puntual sino, muy al contrario, debería convertirse en motivo de estudio, análisis y búsqueda de alternativas que mejoren el panorama.


Halloween, educativamente hablando, ya no es una actividad más del profesorado de Inglés, se ha convertido en algo completamente diferente que no presenta tantos beneficios como esfuerzos y recursos se le dedican, o absorbe, aun cuando no se quiera.
Por último, Halloween debería seguir siendo lo que era, hasta hace unos años, una oportunidad más de aprendizaje de la lengua y la cultura inglesas, y punto.


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