Llevamos varios días viendo, leyendo y escuchando a algunos políticos españoles discutir, echarse en cara, insultar y argumentar sobre los incendios forestales que, este verano de 2025, están siendo marcadamente numerosos, destructivos y hasta mortales, muy lamentablemente.
El tratamiento mediático, en general, ha sido y sigue siendo "manifiestamente mejorable", como los latifundios de mediados del siglo XX. Las actitudes de los dos grandes partidos (numéricamente) han ido paralelas a ese tratamiento y se han igualado en una mezcla de oportunismo y mediocridad.
Los incendios forestales, ahora, en agosto de 2025, para el presidente del gobierno de España, pasan a ser una cuestión de Estado, y, por lo tanto, se hace necesario un pacto. Bueno, creo que los habitantes de pueblos, aldeas, caseríos y comarcas que están viviendo esta espantosa realidad no deben percibir lo mucho de refrescante que tienen estas proclamas. Y, desde la otra vertiente, tampoco pasaba nada porque se pusieran de acuerdo en este trascendente tema con el gobierno central, en lugar de echarse en cara pública y poco respetuosamente las diferencias.
Todo es preocupante pero la desinformación, el desconocimiento, la inexactitud y las falacias no son buenos compañeros de estos viajes en veranos calurosos. Y es que parece que se nos ha olvidado que durante decenios en España había señales de "Peligro de incendio" en multitud de parajes y espacios. Se representaba, por ejemplo, una mano arrojando una colilla de un cigarro desde un coche o un bisque con unas llamas. También eran anuales las campañas que se lanzaban desde el ministerio en cuestión con lemas, anuncios publicitarios, fotografías y canciones de renombrados artistas. ¿No recordamos a Serrat con su "todos contra el fuego? ¿Ni al Fari con su controvertida aportación? Pero, sobre todo ¿no recordamos veranos muy muy parecidos?
Y tampoco parece que queramos tener en mente que los incendios forestales han formado parte de nuestra Historia. Podríamos ir tan lejos como a la conquista romana de hace más de veinte siglos o, dar un salto más cortito, de unos cuatrocientos o quinientos años y leer cientos de documentos que nos hablan del mismo tema, ya con detalle de municipios, parajes, montes, y hasta de las causas y de sus responsables. De la provincia de Ciudad Real hay trabajos muy ilustrativos y científicos al respecto, cuya lectura recomiendo, si se quiere tener esa visión histórica tan necesaria.
Y es que utilizar el concepto de "cambio climático" (otras personas dirán que no es un concepto sino una realidad) como argumento político y partidista me parece tan pobre como revelador de que no se está hablando con la seriedad que correspondería a situaciones tan dramáticas. Y esta afirmación no es una negación de nada. Por que tenemos que tener en cuenta que cada uno de los muchos fuegos que están teniendo lugar o que ya se han apagado o extinguido tiene causas concretas. Si la caída de un rayo, la avería de maquinaria agrícola, un accidente, un error humano o una conducta delictiva como la de los llamados pirómanos se considera "cambio climático" estamos faltando flagrantemente a la verdad.
Y muy a tener en cuenta, por supuesto, siempre, antes de hablar de cambio climático, si se quiere acertar, son las circunstancias adversas o favorables para que estas situaciones se hayan producido o se hubieran podido evitar o atajar y minimizar. Los trabajos de prevención necesarios, con una primavera muy lluviosa y la coordinación inter e intra institucional habrían supuesto resultados menos negativos.
De manera que ¿el cambio climático puede haber influido, empeorado, agravado...la situación? Evidentemente. Pero eso no significa mucho, por no decir nada, en esta coyuntura. Lo que ocurre es que para muchas personas, grupos y hasta representantes políticos viene bien enarbolar esta bandera y, con ella izada, declarar que el enemigo es toda aquella persona, grupo, partido o asociación que no comulgue con el argumento o escudo protector.
De manera que no, los incendios no han estado ni provocados ni causados, como dicen algunos, por el Cambio Climático, ahora ya con mayúscula. Y sabemos, por experiencia, como evitarlos, combatirlos, minimizarlos y hasta aprender de ellos. Es cuestión de voluntad y de algo muy parecido a la nobleza, que, me temo, escasean.
Piedrabuena-Picón, 24 de julio de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario