viernes, 13 de marzo de 2020

Mi cuaderno del coronavirus. 1.

Ya no recuerdo cuando fue la primera vez que escuché hablar de un virus que estaba haciendo estragos en China. No he seguido de cerca el tema y sólo he visto u oído algunas noticias. He conversado, como suele ser habitual, más por cortesía que por verdadero interés. Desde el inicio me ha parecido, como también me suele ocurrir habitualmente, que la información recibida era de lo más sesgada, imprecisa, contradictoria y con ese tufillo de lo mediático a ultranza.
Poco a poco el coronavirus se ha ido metiendo en nuestras casas y en nuestras vidas y, en muchos casos, en nuestros cuerpos...¡toquemos madera!
Yo había decidido, como tantas otras veces, no sufrir por adelantado, no tener miedo, no dejarme llevar por nada ni por nadie. Así, me he impuesto ir a comprar cocacolas a tiendas de chinos, aunque no suelo hacerlo, por solidaridad y, supongo, por algo de rebeldía y curiosidad.
Ayer, jueves, doce de marzo de 2020, en Castilla-La Mancha, se produjo lo que muchas personas ya estábamos esperando, la suspensión de actividades lectivas en centros docentes. En apenas 24 horas se produjeron desmentidos de bulos y mentiras, negaciones y, finalmente, suspensión temporal de las clases. Parece ser que el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha lo hizo especialmente mal, con comentarios improcedentes, a todas luces.  Lo cierto es que ayer, tras la mencionada noticia, nos llegaron varios correos dándonos instrucciones. Hoy, por el viernes, trece de marzo de 2020, debíamos ir a nuestros respectivos colegios pero ya no impartiríamos clase. Así, de un viernes alegre, ruidoso, a veces ya agotador, hemos vivido una jornada extraña, compleja, tensa, con varias reuniones, preparación de materiales y cierto sentimiento de...no sé muy bien como expresarlo, lo dejo así. En mi caso, volveremos el lunes para repartir los materiales a padres o madres del alumnado, aunque el presidente de la comunidad autónoma dijo que sería hoy nuestro último día.

Ya esta mañana, en una churrería en Ciudad Real, se veía la barra muy vacía y, la dueña, se manifestaba molesta, dolida, temerosa, preocupada y con miedo. El camarero me dice que el marcadillo de mañana lo han suspendido. 
Después, ya en el colegio, guantes, sustancias desinfectantes, limpieza más a fondo de algunos espacios, bromas pero...¡no te acerques mucho!, ¡uy, qué tos tienes! ¿a ver si vas a tener el coronavirus?...
A medio día, un bar de mucho tiro, en la plaza mayor, con los dos camareros hablando en la calle. Yo, el único cliente. Uno de ellos se va. En el bar de al lado, unos minutos después, dos camareros comen y me dicen que la cocina está cerrada, que empezarán a limpiar y el lunes, cerrarán, dado que no hay clientes...Otros bares cercanos tienen muy, muy poca gente. En las tiendas y comercios de horario continuo están las dependientas en la calle, charlando, algunas sobre el próximo cierre y cuestiones similares. En bares y restaurantes están en la calle  camareros, cocineros, personal de limpieza, charlando, fumando, viendo el extraño espectáculo de la soledad. 
Por la mañana me han dicho que habían cerrado todas las tiendas de chinos. Yo he comentado que ayer me compré una lata y, efectivamente, he visto tiendas abiertas y otras cerradas. En la clínica de fisioterapia me dicen que pase, aunque es un poco antes de mi hora, ya que no hay casi nadie. Además me advierten de que cerrarán el próximo miércoles, salvo que tengan que hacerlo antes. Ayer ya nos dijeron que no había periódicos y revistas para evitar contagios.
Voy a un hipermercado, Leclerq, y me llevo otras sorpresas más. Creo que nunca había visto el aparcamiento tan lleno. Efectivamente hay estanterías con muy pocos alimentos, como las de la carne, pero observo como siguen reponiendo bandejas y bandejas. No he mirado detenidamente. Voy a pagar y en cada caja hay dos o tres personas. Le digo a la joven cajera que están muy liadas y me contesta que eso no es nada, que a medio día las colas eran muy largas. Le digo lo del aparcamiento y que quizás solo en navidades lo he visto tan lleno y me dice que en navidades ella no vio tanta gente como hoy. Paso al bar y apenas si hay tres o cuatro personas. Me vengo a casa. La televisión no para de abordar el tema. con imágenes, ruedas de prensa y, alguna, creo yo, de molino. En un medio escrito francés un tanto alternativo, dedicado hoy en exclusiva al "bichito maligno", se exponen ideas muy críticas de las medidas de Macron, presidente de la república francesa.
Desde luego, algunas opiniones escuchadas hoy me han resultado ilustrativas del estado de agitación y, creo, desinformación que vivimos. A casi nadie he escuchado mensajes positivos ni, medianamente, objetivos. Hay un sentir generalizado, pienso, de que "esto" no ha hecho más que empezar y que, al tratarse de una pandemia, nos afectará al setenta por ciento de la población. Ante mis críticas se me dice que no solo lo dijo Merkel sino también el presidente de la OMS. Yo respondo que en China no ha sido así y que ya, el número de contagios es muy bajo, o eso nos dicen. He fotografiado carteles de farmacias en los que anuncian que no tienen mascarillas o desinfectantes, en instituciones que comunican el cierre, en peluquerías que dicen que se quedan en casa...Hay gente con mascarillas y, algunas, con guantes, sobre todo, en el híper.
Me han hablado de otra comparecencia del presidente de gobierno, Pedro Sánchez Castejón y de la declaración del estado de alarma. Las noticias han sido un verdadero río vespertino, anunciando suspensiones, cierres, medidas, confinamientos...pero también solidaridad, compromiso, humor y, en otros casos, actitudes negativas.
En fin, una jornada verdaderamente diferente de lo vivido hasta ahora. Yo, me sigo poniendo en lo mejor. Creo que esta situación pasará muy pronto. Mientras, en la televisión, se habla ya de medicamentos que se podrían estar probando con ciertas posibilidades de éxito. Dejemos también que corra la esperanza, no solo el miedo, la desconfianza y la inseguridad.

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