miércoles, 13 de mayo de 2020

Las crucecillas de mayo del 2020 en Piedrabuena.

Las cruces de mayo son una tradición y una celebración, a medio camino entre lo religioso y lo profano. Tienen lugar, cada año, en los primeros días del mes de las flores y se vienen celebrando desde hace mucho tiempo, sin que haya una fecha aproximada para marcar el inicio, para el caso que nos ocupa, Piedrabuena, en la provincia de Ciudad Real, aunque podría ser a finales del siglo XIX.
Lo que si sabemos es que desde el siglo XVII apareció la festividad de la Invención de la Santa Cruz, y que además, desde tiempo inmemorial hubo celebraciones en esas fechas en torno al árbol.

En Piedrabuena, Ciudad Real, las Cruces de Mayo tienen una gran importancia y destacan sobre otros muchos municipios en cuanto a sus particularidades, por decirlo de alguna manera. Y nos referimos tanto al gran arraigo como al esmero y perfección con el que se elaboran. Por lo pronto todas las que se hacen tienen en común que están en el interior de las casas o edificios de otro tipo, y no al aire libre, como en otros muchos lugares. 

En Piedrabuena se suele hablar de cruces de monte (o de brezo) y de cruces de tela. Y desde hace unos años también se pueden ver cruces mixtas, es decir, de monte y de tela. Por otra parte, también es tradición hacer "altares", es decir, cruces más sencillas, que no ocupan una habitación y que no se suelen enseñar a todo el que las quiera ver, como las anteriores. 

Y por último, aunque podríamos haber empezado por ella, está la conocida como Cruz de san Marcos. Para algunas personas del municipio se trata de "la madre de todas las cruces", es decir, el origen de esta celebración. Esta cruz sólo la podía hacer una familia, cada año, y, con el transcurrir del tiempo, quedaron siete descendientes, que cumplen con su particular obligación y devoción, cada siete años. Así, se pone todos los años. 

Lo que ha ocurrido este año, 2020, a consecuencia de la declaración del estado de alarma por el gobierno de España, dada la pandemia de coronavirus que padecemos, ha sido nuevo y, de alguna manera, ejemplar.

Por un lado hubo muchas personas que decidieron (o decidimos) que, ya que no se podrían hacer las cruces como todos los años, ni participar en ellas ni visitarlas, haríamos una pequeña cruz en nuestras casas con lo que tuviéramos a mano. Por otro lado, más tarde, leí, que el ayuntamiento había lanzado esa iniciativa por las redes sociales.

Lo cierto es que según algún periódico, la televisión y el propio ayuntamiento, han sido más de trescientas cincuenta las pequeñas cruces que se han hecho este año. Es decir, se ha pasado de una docena, aproximadamente, de media, a esa cifra tan abultada.

Evidentemente en nada se parecen estas cruces, que he decidido llamar "crucecillas", solamente con el ánimo de distinguirlas de esas creaciones tan impactantes y elaboradas como son las cruces de Piedrabuena.

Así, habiendo visto unas cincuenta crucecillas, me he atrevido a adelantar  unas características o conclusiones:

-Un gran número se encuentra en las fachadas, ventanas, balcones, escaparates, puertas, jardines de accesos, portales...
-La mayoría son de pequeño tamaño, no superior al metro cuadrado de superficie.
-Casi todas combinan elementos naturales, como plantas, con otros, artificiales.
-Predominan los crucifijos de madera, hechos con ramas no muy gruesas de encina u otros árboles.
-Algunas cuentan con iluminación eléctrica.
-En un buen número se han utilizado también piedras de diferentes tipos, fundamentalmente volcánicas y cuarcíticas.
-En todas se aprecia un sentido estético.
-Algunas han reproducido el modelo más tradicional de las cruces de monte, en el sentido de haber utilizado piedras en el suelo, como montículo, con vegetación silvestre y la cruz, de madera, partiendo de fragmentos de ramas.
-Hay algunas muy creativas o personales, que han incorporado materiales totalmente nuevos con diseños o formas nada convencionales.

Hemos visto cruces colgadas de fachadas, de rejas de ventanas, balcones o terrazas, en escaparates de diferentes establecimientos, en portales o entradas de casas, en el hueco de una chimenea, en un patio o jardín, interior o exterior, en el alféizar de la ventana, en puertas, puertas falsas y ventanas. Tan solo en alguna ocasión hemos observado crucifijos con la figura de Jesucristo, crucificado, o de imágenes religiosas de vírgenes o santos.
En general han predominado la sencillez, las plantas de interior frente a las silvestres, y la mezcla de todo tipo de elementos.

No se han recorrido todas las calles del pueblo. Algunas presentan dificultades técnicas a la hora de ser fotografiadas, por su ubicación en alto, por estar en un escaparate o junto a otros objetos y elementos, como verjas, vehículos... En el momento de fotografiarlas con el teléfono móvil algunas ya habían perdido cierto interés, dado que las plantas cortadas llevaban unos días. En algún caso la propietaria ya la había desmontado.

Veamos algunas.

Carretera de Navalpino. 



Calle Emilio Enriquez Ferre. Interior de habitación.



 Calle Emilio Enríquez Ferrer.




Calle Emilio Enríquez Ferrer, de día.


Calle Emilio Enríquez Ferrer, de noche.


Calle Real, escaparate de estanco. Está hecha con  las flores del brezo de una cruz del año pasado.




Carretera de Navalpino.


Carretera de Navalpino.


Carretera de Navalpino.




Calle Real.







Calle Guadiana. Interior de vivienda.



Calle Guadiana.


Calle Guadiana.


Calle Guadiana.



Calle Sierra de la Cruz.




Calle Federico García Lorca.



Calle Guadiana. Alféizar de la ventana, con luz eléctrica.


Calle Guadiana. Interior de vivienda, hueco de la chimenea.


Carretera de Toledo.


Calle Tercia. Escaparate.


Calle Marte.


Calle Tercia. Escaparate.


Calle Tercia. Escaparate.


Calle Tercia.


Calle Tercia.


Calle Rollo.  Escaparate con tres cruces del mismo autor, una más, en la fachada.




Calle Rollo.



Calle Rollo.


Calle Rollo.



Calle Rollo.



Calle Rollo.



Calle Rollo.









Carretra de Toledo, esquina con Calle Príncipe Felipe.


Calle Juan de Austria, Jardincillos.







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