domingo, 6 de junio de 2021

Dónde la realidad te lleva, 6. A pesar de todo, te perdono, un domingo cualquiera.

 A pesar de todo, te perdono, un domingo cualquiera. Hoy es domingo y hace un rato desde que se puso el sol. Todavía clarea el cielo. Pienso que no hace falta insultar y, muchas veces, sobran incluso los adjetivos. Si alguien se dibuja a si mismo a diario, ¿qué necesidad hay de decir nada? Somos nuestros actos, nuestras obras, nuestra trayectoria. 

Si una persona hecha y derecha necesita mentir reiteradamente delante de un juez y con ayuda de su abogada queda claro de lo que estamos hablando y de quién estamos hablando. Si esa persona te amenaza incluso de muerte, si te quita tu tierra, si te falta al respeto, si te acosa, si se burla de tí, si te descalifica, si te provoca, si te malmete, ¿hace falta decir más de ella? 

Te hace sufrir y te achaca eso mismo a tí como causante de un mal. Niega la evidencia según en qué contexto. Pero pasa por ser respetable y hasta se hace la víctima, te acusa de tal y de cual...pero un triángulo es un triángulo, por poner un ejemplo, por más que un sabio y experimentado agricultor lo convierta con su pericia y arado en un rectángulo. 

La propiedad de la tierra en nuestro país, España, existe y, en teoría, se respeta, aunque puedan venir juezas y hasta guardias civiles a decir lo contrario. Unas manos encallecidas y una camiseta y gorra de publicidad no hacen mejor a una persona ni más merecedorea de derecho alguno. Tampoco la titulación, el currículum, las buenas maneras o la corbata, cierto es. 

Pero, aún así, un domingo cualquiera, te perdono. Consciente como soy de tu seria dificultad para discernir pequeñas cuestiones elementales; conocedor de aquel curioso capítulo de tu infancia que todavía irradia energía no precisamente positiva; sabedor de todo tu desdén y desprecio hacia personas como yo; preocupado por la cantidad de falacias y tópicos que manejas como si fueran verdades complejas...yo te perdono.

Desde la seguridad que dan la verdad, la honradez, el respeto y la nobleza siento que antes o después todo se arreglará o, sencillamente, dejará de tener importancia e influjos nocivos.

Así, con la vista apuntando al suelo, a un bichejo cualquiera, a una planta sencilla, a una chineja sin más, o con los ojos orientados al cielo, a lo más alto, siento que la razón, que el amor, que la sinceridad, que la bondad son infinitamente más fuertes que el odio, que la envidia, que la codicia, que la avaricia, que la soberbia, que la maledicencia, que el resquemor histórico y que el egoísmo, en suma. Hay quiénes para ganar más, aunque sea poco, son capaces de todo hasta de perderse. De pérdidas podríamos hablar y me estremezco. 

Escucho detrás de una colina, de un pequeño cerro,  una "Pterocles", hoy, domingo,  y me llena más que tantas frases y palabras. 

En la flor amarilla de un cardo veo un coleóptero, muchos trips, un ácaro rojo y diminuto y me sobrecoje la grandeza de lo pequeño y la fuerza de la verdad y la sencillez. Se escucha a lo lejos el ruido de un tractor rompiendo la paz pero, en realidad, la paz está aquí, en los centímetros que piso. Me llegan la voz y el empuje fraterno, cercano, y siento las raíces que me ayudan a caminar. ¡Qué extraño!




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