Estamos viviendo una fase histórica en la que todo lo relacionado con la Fotografía está experimentando cambios impresionantes. Son muchos los aspectos que podríamos apuntar. Enumeraré algunos esquemáticamente:
-Práctica desaparición de la Fotografía físico-química.
-Abrumadora presencia de la Fotografía virtual.
-Desaparición casi generalizada de los estudios fotográficos "tradicionales" en pueblos y ciudades.
De cada una de estas afirmaciones se podría hablar largo y tendido y pormenorizar lo que fuera necesario. En realidad, desde su descubrimiento la Fotografía no ha hecho más que cambiar a marchas forzadas. Ahora una persona cualquiera, sin necesidad de ser un profesional o un aficionado "pro", lo normal es que lleve una pequeña cámara de fotos en su bolsillo a diario, que haga fotos y vídeos, que las comparta con otras personas o en las llamadas redes sociales, o que las suba a "la nube" y que las edite. Tampoco es excepcional que lleve mil, dos mil, tres mil...fotos, incluyendo algunas antiguas de su familia, de su pueblo o ciudad o de temas que le resulten interesantes.
De manera que esa "excepcionalidad" de la que podríamos hablar al referirnos a los fotógrafos y fotógrafas de hace sólo veinte o treinta años hemos pasado a lo contrario. Ahora lo excepcional sería no llevar consigo el pequeño aparato que tantas opciones nos brinda.
Antes, una exposición fotográfica tenía algo de acontecimiento cultural. Hoy, me atrevo a decir, sencillamente, se han rarificado y, en buena medida, banalizado y mediatizado. ¿No es sorprendente que se organicen exposiciones de todo tipo al aire libre? Las instituciones y empresas utilizan este medio para diferentes fines y buscan el mayor impacto y la mayor rentabilidad. Una exposición en la plaza más céntrica y concurrido de una ciudad es vista por más personas que si se organiza en una sala convencional.
Así las cosas, plantear la organización de exposiciones comporta ciertos riesgos. Por un lado nunca se sabe el interés que puede despertar en las autoridades de esos espacios ni el esfuerzo de todo tipo, incluyendo el económico, que se está dispuesto a hacer. No es lo mismo anunciar una actividad de forma virtual que hacerlo con carteles, dípticos o incluso con catálogos, por ejemplo. Por otra, tampoco se tiene ni medianamente claro si merece la pena el esfuerzo en la actual coyuntura. Y es que, dependiendo de variables que no son fáciles de predecir ni de valorar, es posible que una fotografía o, sobre todo, un vídeo, en espacios como Instagram o Tik tok, alcance miles de visualizaciones, cifras impensables para una muestra en una sala de municipios pequeños o medianos. Otra cosa es si se pueden comparar esas visitas sólo desde el punto de vista numérico.
Y otra duda que puede surgir a algunas personas que tenemos esta "vocación" de preparar exposiciones es la de los tamaños de las imágenes. Se suele decir con un refrán muy agropecuario: "burro grande, ande o no ande" para expresar que el tamaño sí importa. A eso estamos acostumbrados y un gran número de personas suelen esperar exclusivamente que en una exposición haya fotografías muy grandes, quizás porque se ven mejor, porque llaman más la atención, porque nos llenan los ojos...
Pero no todos los espacios ni todas las exposiciones son iguales. Puede no merecer la pena también económica y ambientalmente hablando ampliar fotografías o que el soporte original no lo permita. Pensemos por un momento en una de esas exposiciones temáticas financiadas por algunos de los bancos más potentes de España o de Europa y en el despliegue material que pueden hacer y comparémosla con los medios de un fotógrafo o un galerista no profesional, con un pequeño ayuntamiento, asociación colegio...¡No hay color!, se puede decir críticamente desde un punto de vista y desde el opuesto.
Pero hay más, y tiene que ver con esa visión ambiental antes mencionada. Preparar una exposición que se podrá ver durante tres o cuatro semanas y nada más y por un número probablemente muy bajo hace plantearse la necesidad de llevar a cabo esos gastos.
Además, si se venden o se piensa tenerlas expuestas en un domicilio concreto hay que pensar en los espacios disponibles. Si no es así la conservación de estos materiales necesita de unos medios que tampoco están disponibles con facilidad.
Y si se parte de posiciones ambientalistas o ecologistas, si se quiere ser coherente con unas ideas, con unos objetivos, con un compromiso personal, el tamaño también se convierte en un detalle de gran trascendencia.
Por último, puede ocurrir que una fotografía muy ampliada resulte tan fácilmente "percibible" que pasemos la vista sobre ella con demasiada celeridad. Pero las fotografías, como el resto de obas, necesitan tiempo, necesitan una lectura lo más detenida y concienzuda posible, necesitan un análisis y una valoración que no necesariamente tiene que ver con las dimensiones.