sábado, 20 de noviembre de 2021

Castro Prieto y su lugar en el mundo: Cespedosa.

 El libro "Cespedosa" de Juan Manuel Castro Prieto, premio nacional de Fotografía 2015, tiene algo de eso que se llama en determinadas disciplinas "historia de vida" pero es, también, -me atrevo a decir- una "historia de un lugar", Cespedosa. Es, igualmente, un regalo visual, sentido, profundo, onírico, a medio camino entre el realismo mágico del estilo literario de Juan Rulfo y de García Márquez y el pictórico de Antonio López. "Cespedosa" es una forma de mirar, de ver, de cartografiar la vida que late en un pequeño pueblo, en una casa, en una familia, en el desván inmenso y rico de la memoria.

Juan Manuel Castro Prieto nos presenta cientos de fotografías del pueblo natal de sus padres, Cespedosa de Tormes, Salamanca, concluyendo con una cita, quizás un epitafio, de García Márquez, "...uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo tierra". 

Podría haber empezado esta breve entrada por el principio, diciendo, por ejemplo, que este trabajo lo presentan el también fotógrafo Chema Conesa, el historiador de la Fotografía Publio López Mondéjar, mientras que del "Álbum perdido" nos habla Vicenta Hernández. La edición, impecable, es del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. y, por cierto, su precio, inmejorable, 25 euros.

Desde que conocí algunos de los trabajos de Castro Prieto, gracias, por cierto a mi amigo y también amante de la Fotografía, Mariano Rivero, -el dueño del bar y sala de exposiciones "El Canguro Violeta", de Piedrabuena, Ciudad Real- hace más de veinticinco años, no he dejado de alucinar, de aprender y de sorprenderme. Las fotografías de Castro Prieto tienen la magia que a mí me hubiera gustado captar de las cámaras de mi casa, de los rincones de estos pueblos de los Montes y de la Mancha.

"Cespedosa" es, a mi juicio, un canto lírico pero también un grito, una especie de quejido, un guiño cómplice con ese mundo real que se nos va de las manos. Un recordatorio, quiero pensar que no precisamente necrológico, de un pequeño pueblo español y de muchas vidas que confluyen en él.

Muchas gracias, Juan Manuel, por esta sensibilidad y este saber hacer, cuyo centro está, precisamente, en la llamada periferia, en esos lugares que todavía hoy compiten, en desigual pugna, con los actuales "no-lugares".







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