miércoles, 6 de julio de 2022

Sobre el cierre de la oficina bancaria de Unicaja (la Caja de Ronda) de Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.

 Como acabo de contar en la entrada anterior, y que sólo es demostrativo de mi despiste, antesdeayer me enteré de que había sido cerrada la oficina de Unicaja (Unibanco) de Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real. Parece ser que la empresa ha sido fusionada, comprada, absorbida ... y ahora se encuentra en la oficina de otra entidad bancaria del pueblo.

Lo que en los últimos años se ha llamado Unicaja y después Unibanco era, en realidad, una caja de ahorros y monte de piedad, concretamente el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Ronda. Esta entidad había nacido en 1909 y no cambió su denominación hasta 1991, en que, tras la unión con otras cajas andaluzas, pasa a llamarse Unicaja. Seguía siendo, por lo tanto, una caja de ahorros.

Pero los extraños derroteros macro-económicos de nuestro país cambiaron y donde había cajas de ahorros, con una, digamos, interesante, devolución de sus ganancias (o de una parte) a la sociedad, a través de las denominadas "obras sociales", por ley y por filosofía y razón de ser, tenían que convertirse en bancos. Decía un profesor, doctor en Economía, que se trataba de un auténtico atropello. Citaba ejemplos de cajas que estaban económicamente muy bien, saneadas, con gestiones impecables y con un apoyo social en sus territorios muy amplio que, de la noche a la mañana, se tuvieron que "convertir" en bancos. Después, esa vorágine continuó y la tendencia sigue siendo que desaparezcan este tipo de entidades para que se fusionen o integren en otras más grandes. Y en esas estamos. No escucho hablar en los telediarios del día a día de esos trabajadores y trabajadoras que, de lunes a viernes, nos prestan, o prestaban, un servicio muy importante. 

Por cierto, la pandemia ha supuesto otra vuelta de tuerca en cuanto a quitar servicios a la clientela, con normas que no se entienden desde ningún punto de vista (léase eso de que no se puede retirar dinero a partir de las once o las once y media o que determinados pagos tengan que ser realizados en las fechas y horas establecidas por las entidades).

No escucho, cuando se habla de macroempresas, qué opinamos las personas que aportamos nuestro dinero -curioso, obligatoriamente- y que, sobre él, se nos restrinjan nuestros derechos o, sencillamente, los servicios que se nos venían dando desde toda la vida. 

Pienso en esas personas que, de un día para otro, han tenido que cambiar de oficina o de pueblo o ciudad. Pienso en ese legado de buen hacer que se está perdiendo en aras de un supuesto progreso económico. Pienso en lo importante que es tener detrás de un mostrador o una mesa a una persona con nombre y apellidos que te trata con cercanía, como la persona que eres, y no como un número más. Pienso en todo lo que está pasando y me sorprende la escasa o nula reacción ciudadana. 

Hace poco supe de una huelga de una entidad bancaria, amenazada con miles de despidos y de desplazamientos. El tratamiento informativo me pareció muy pobre. Era Unicaja. Ahora veo lo que está pasando y no puedo guardar silencio. Me parece un despropósito y espero que seamos capaces de hacer lo que podamos para cambiar este curso precipitado de los acontecimientos.

Y ya, volviendo a la oficina de Villarrubia de los Ojos de la Caja de Ronda, hago memoria. Eran el año 1968 o 1969 cuando abrió sus puertas la Caja de Ronda. Su primera oficina estuvo en la calle Tenerías, siendo el director Fernando Villegas y el cajero Francisco Zamora Ruiz. Allí estuvo un tiempo, hasta que se construyó el edifico, con viviendas, de la calle Grande, esquina con la calle del Charcazo, dónde ha permanecido hasta el mes de junio pasado.

La Caja de Ahorros de Ronda construyó un edificio contiguo de tres plantas, para pisos y la planta baja como "Hogar del Jubilado", el primero y único que ,durante muchos años, estuvo en funcionamiento en nuestro pueblo. Pronto llegaron nuevos empleados, Jesús Ruiz y Jesús Felipe Sánchez-Crespo. Y, nuevos tiempos, nuevas caras. No dispongo de la información necesaria pero sería interesante poder contar esta historia de más de cincuenta años de servicio que, ahora, está cambiando y no necesariamente a mejor.

Para ir terminando, es cierto que desde hace ya unos años la instalación de un cajero automático y la posibilidad de utilizar los sevicios telemáticos han venido a facilitar los trámites bancarios pero estoy convencido de que el buen servicio está en las personas y, eso, parece que está cambiando peligrosa e injustamente.

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