lunes, 13 de noviembre de 2023

De como el escritor gallego Manuel Rivas, por fin, nos reveló los efectos transformadores del bálsamo de Fierabrás cervantino contra las críticas al gobierno en funciones.

 Cuando una persona de renombre, de fama, de letras, de éxito...dice algo se puede caer en la tentación de no sólo escucharlo con atención y reflexionar sobre sus afirmaciones sino creer que, aunque sea por quién es, puede llevar razón, sin analizarlo con cierto detenimiento y, llegado el caso, criticarlo o no aceptarlo. Y eso es lo que pasa a diario. Aparece en un periódico digital de ámbito nacional un escritor que, en realidad, está vendiendo su libro (o su moto) y nos dice lo que está bien y lo que no, lo que hacemos correctamente y los graves errores que cometemos o podemos cometer. Y así se va sumando una retahíla de juicios de valor que nada tienen que ver con su verdadera profesión o campo de conocimiento del protagonista.

Supongo que todas y todos lo sabemos y cada cual nos quedamos con el mensaje que más se acerca a nuestros criterios. Pero me sorprende tanto que una persona que publica un libro, uno más, nos diga que hay personas que por decir o hacer algo son sospechosos de no haber leído tal o cual libro que me ha parecido que tenía que expresar mi opinión. Es, sencillamente, hacer acepción de personas, hacer juicios de valor, inventarse una descalificación sin ningún fundamento. Se acerca peligrosamente al racismo y al clasismo, disfrazado de una intelectualidad denigratoria de lo más burda.

Hoy, 13 de noviembre de 2023, lunes, me encuentro con el titular de La Vanguardia, en su edición digital, diciendo: "Los que arengan estas manifestaciones no tienen cara de haber leído el Quijote". Tan penosas y lamentables palabras son del periodista Manuel Rivas Barrós. Entiende este señor perfectamente que, aunque todos somos iguales, los hay o somos mejores y peores dependiendo de las lecturas que se hagan o hagamos, del nivel educativo y, sobre todo, de los posicionamientos políticos que se tengan. 

Una persona que ha leído a Cervantes no puede estar en contra de la Amnistía tal y como se está planteando en estos momentos ni puede alentar a manifestarse a nadie porque, aunque estamos en Democracia y disfrutamos de libertad de expresión esas palabras son como un ácido que te quema, te marca y te estigmatiza. Si no se piensa como ahora piensa el actual presidente del gobierno de España en funciones -que no hace sólo cinco meses- ya se está en el lado de la estupidez y el desconocimiento de los valores humanos universales. 

Yo no sabía tampoco que la lectura del Quijote tuviera esos efectos tan uniformizadores de la opinión. Más bien al contrario, creía que leer, en general, y a los clásicos, en particular, generaba un estado continuo de apertura de miras, de respeto hacia las diferencias, de inclinación hacia la convivencia con quiénes no opinan como nosotros. Es muy posible que yo lo haya interpretado mal o que tenga sobrevalorada la Literatura, no lo descarto. Y eso es lo que son las manifestaciones pacíficas, las concentraciones y demás actos que estamos viviendo estos días. Porque la violencia la rechazamos la inmensa mayoría y no va incluida en esta forma de protesta contra lo que se considera injusto.

El bálsamo de Fierabrás no es eso que usted parece considerar. Leer el Quijote no significa, en estos términos, absolutamente nada, y usted debería saberlo. No voy a recurrir a otros ejemplos más expresivos. "Arengar manifestaciones" no es un efecto producido por personas no lectoras ni un delito ni una falta. Pero, es más, si lo fuera, siempre sería cuestión de esperar a que, llegado el momento, se pudieran acoger a amnistías como la que usted parece defender, mientras nos falta al respeto. Una pena que haya mezclado sus conocimientos y posicionamientos referentes a la Conservación de la Naturaleza con este planteamiento tan poco afortunado, racista, clasista y excluyente. 

Aunque quizás la responsabilidad no sea sólo suya sino de quién pensó que con este titular muchos miles de personas leeríamos la noticia y mejoraría la promoción de sus libros, muy legítima por otra parte. Posiblemente sí venderá más libros de los esperados en otras circunstancias. Mucho me temo que, aunque me resultan sugerentes no me quedan ganas de leer ni una línea más que salga de su docta pluma, por si acaso se me pega ese desprecio hacia la gente que piensa diferente a mi.



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