domingo, 28 de abril de 2024

Los sacatierra y el síndrome de los cristales rotos.

 Como vamos viendo, los llamados sacatierra, esos socavones o graveras abandonadas, espacios degradados bastante abundantes, se están convirtiendo en reservorios de vida, en los que podemos encontrar no solo aves sino también anfibios, reptiles, mamíferos, invertebrados acuáticos y, como no hay dos sin tres, también neumáticos, escombros -incluyendo uralita- y demás basuraleza. 

Pero lo cierto es que tienen su interés, merecerían estudios desde diferentes disciplinas e intervenciones para mejorarlos. Uno de los problemas que observo es el del síndrome de los cristales rotos. Viene este a decir que cuando un edificio se ve con los cristales rotos el deterioro se acelera porque trasmite o se percibe por parte de algunas personas como "tierra de nadie", y el vandalismo y la destrucción se apoderan de él. En muchos casos es difícil percibir que se trate de propiedades privadas y así pueden permanecer durante años. En otros casos hemos visto como se han restaurado o reutilizado con usos verdaderamente positivos.

La realidad es que están ahí y su riqueza natural también tiene una lectura y es que funcionan como refugios, como reductos en los que los usos circundantes se encuentran aquí paralizados, al menos, temporalmente. Personalmente los encuentro también interesantes por todo este trasfondo, por su historia, por sus muy diferentes trayectorias y suertes, por su hospitalidad para la fauna y para los amantes y estudiosos de la misma, y como reflejos deformes de la sociedad que los creó y los mantiene en ese estado. Son como espejos valleinclanescos, como feo remiendo mejor que un hermoso agujero, que dice el refrán. Su potencial debería pesar más que su origen o su aparente inutilidad.








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