jueves, 5 de septiembre de 2024

Las aceras, territorio incierto pero muy necesario.

 Desde pequeño escuché hablar de "mi acera" pero pronto los adultos me explicaban que las aceras son públicas y, por lo tanto, no son propiedad privada. Pero con el paso de los años y de las décadas he llegado a pensar que se trata de un territorio tan incierto, dependiendo de varios factores, como para que surjan dudas. Por ejemplo, en algunos pueblos de la provincia de Ciudad Real se viene siguiendo la curiosa costumbre de no pavimentarlas si los solares adyacentes no están construidos o en el centro urbano. Es el caso de Piedrabuena. Allí hay tramos de aceras que llevan más de treinta años sin que les haya caído ni un gramo de cemento. No parece pasar nada porque son barrios con poca población y escaso tráfico y se camina mejor por la calle. No se puede achacar a los cambios de gobierno municipal porque esa alternancia no se ha producido. Llama un poco la atención si recordamos que era un promesa del entonces candidato. Tampoco hay aceras en una parte considerable del parque, en las cercanías del Instituto de Educación Secundaria.

En otros casos, en algunos pueblos, se pedía a los vecinos y vecinas que colaborasen con una cantidad de dinero en función de los metros lineales de fachada para el arreglo de las calles o del acerado. Había personas que, sencillamente, se negaban. No había contrapartida por parte del ayuntamiento pero sí se detectaba que algunos vecinos y vecinas reforzaban esa concepción de la propiedad de este espacio. Sí, hablo de Villarrubia de los Ojos, pero de hace mucho tiempo. 

En ocasiones he visto, sufrido y fotografiado aceras imposibles. Por ejemplo, si vas por una acera y de pronto tienes un poste de la luz o, sencillamente, se va estrechando hasta desaparecer o te encuentras con un escalón que la ocupa o con un poyo, te planteas esa duda de la que hablaba al principio. 

En Ciudad Real había una en la calle Virgen de la Estrella pero, afortunadamente, se solucionó el disparate el año pasado. Pero sigue habiendo un corte para los viandantes que supone un verdadero peligro, en las carretera de Carrión en el sentido de la salida de la ciudad. Y es que se cruza el Ave por debajo por una acera con protectores y la misma desaparece de repente. 

Cuando fui más consciente de este tema fue cuando nacieron mis hijos y los llevábamos con el carrito pero, en realidad, desde pequeño me fijaba en estos detalles. Por ejemplo, llevaba a un familiar ya de avanzada edad a misa y el recorrido, corto, suponía toda una prueba de obstáculos.

Decía un arquitecto que la calidad humana de una ciudad se medía por la altura de sus aceras y sus bordillos, añadiendo que hay ciudades de Estados Unidos en las que no hay. Yo personalmente creo que son necesarias, muy necesarias. Se me dio el caso contrario. En un pequeño pueblo de los Montes de Toledo eran muy pocas las calles que las tenían. Un hombre muy mayor, con una visión prácticamente nula, iba a diario al bar a tomar café o un botellín. Un día se cayó y sus hijas se preocuparon. Pero él quería seguir saliendo, y solo. Y se volvió a caer. La causa no era otra que la nueva acera, más decorativa que efectiva o verdaderamente necesaria, que el ayuntamiento había construido. El buen abuelo dejó de salir solo y ya dependía de una segunda persona. La acera allí sigue, sin uso alguno, porque nadie la transita. Detallitos de la urbanalización, que también incide en los acerados.

Las "intervenciones" muy cuestionables o, directamente ilegales o alegales que he ido viendo en estos territorios tan inciertos son muchas. Así, la construcción de escaleras o escalones y poyos, las rampas que sobresalen del nivel o los rebajes que puedes ser incluso peligrosos o la instalación de "mobiliario" urbano. Pero ¿qué decir de las terrazas de bares y restaurantes que suponen, en la práctica, una casi total privatización y un obstáculo?¿Y de los maravillosos bolardos?¿Y de las máquinas expendedoras o de juegos infantiles?¿Y de los toldos que cortan el tránsito o cuyas barras metálicas están a la altura de la cabeza o del cuello? ¿Y de las rejas que sobresalen demasiado?

Y es que los usos indebidos que vemos a diario son muy variados: aparcamiento indebido, urinario no solo de perros e inodoro de cánidos, o almacenes temporales o estructurales, escaparates o expositores comerciales, tendederos o verdaderos jardines botánicos privados abiertos al público.

En fin, en mi modesta, incómoda y casi seguro que molesta opinión, que solo quiere ser positiva y constructiva, habría que darle un buen repaso a estos territorios tan necesarios como inciertos, para mejorar lo que fuera necesario y no para gastar dinero inútilmente, como se suele hacer.




2 comentarios:

  1. En las Tiñosillas, desde hace un par de años, disfrutamos de una magnífica acera, en la única calle que tiene esta aldea. Habría estado bien, si previamente hubiesen arreglado el pavimento de la calle y hubiesen tenido la precaución de hacer desagües, puesto que ahora, la magnífica acera, cuando llueve, hace de embalse y no hay forma de transitar por la calle. En fin, ¿dinero bien aprovechado?

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  2. Es una pena ver cómo se derrocha el dinero. Luego, para verdaderas necesidades, se dice que no hay.

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