miércoles, 12 de agosto de 2020

Escenas entomológicas, 5: tábanos y coches.

Hace unos días, en Villarrubia de los Ojos vi como al llegar con el coche a un paraje de pronto bastantes tábanos revoloteaban sobre el coche. Paré y sólo pude ver alguno. Al cabo de un rato, ya de vuelta, me volvió a pasar. Paré y uno se introdujo dentro del habitáculo, por lo que pude fotografiarlo. A los pocos días me volvió a pasar, es decir, al cruzar por un camino en determinado punto, aparecían muchos tábanos que se abalanzaban sobre el parabrisas y el capó. No le encontraba explicación. Sin embargo sí me ha pasado ya bastantes veces que un tábano se ha metido en el interior, con resultados dispares, sin entrar en más detalles.

Hoy he empezado a leer el libro de la colección de Fauna Ibérica del CSIC-MNCN del doctor Manuel Portillo Rubio. De pronto he comprendido ese pequeño fenómeno que observé hace poco tiempo al leer un párrafo. Lo que ocurre es que estos dípteros, en realidad las hembras, se alimentan total o parcialmente de sangre. De manera que se lanzan a los caballos, mulas, burros, toros y seres humanos para succionar el alimento -la sangre-que les permitirá completar la formación de los huevos.

De manera que lo que ocurre es que los tábanos hembra se sienten atraídos por el calor que desprende el coche, confundiéndolo con un gran mamífero.

Para el caso español contamos con un total de noventa y siete especies de tábanos, una cifra nada despreciable. Para distinguir los machos de las hembras podemos fijarnos en los ojos. Si están completamente separados, ¡peligro!, se trata de hembras y, por consiguiente, nos pueden pegar un doloroso picotazo en cuanto se posen sobre nuestro cuerpo. Si, por el contrario, los ojos tienen algún punto o zona de contacto, no hay peligro, son machos que se alimentan de jugos vegetales.



Dos tomas diferentes de un tábano macho no identificado. Los Valles, junio 2017. Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.


No hay comentarios:

Publicar un comentario