Ayer, 7 de diciembre de 2024, sábado, me encontré con dos agallas que me llamaron la atención. Estaban en un pequeño quejigo (Quercus faginea) en el Valle de los Perales, monte público de Viso del Marqués, Ciudad Real. Tras comentárselo a Gilfernando Jiménez no sólo me dijo el género sino que además me mostró otra diferente, muy pequeña, que se encontraba a escasos centímetros de la primera. Me explicó también que dentro de esa primera agalla podía haber perfectamente varios insectos que parasitasen al invertebrado que la había inducido. Pero, comencemos por el principio.
¿Qué es una agalla? Las agallas o cecidias son excrecencias que generan las plantas como reacción ante una picadura o inoculación de los huevos de un insecto u otros invertebrados. Las más conocidas son las de algunas quercíneas, con forma circular, que reciben diferentes nombres vernáculos y usos, generalmente lúdicos u ornamentales. También son bastante conocidas las de la cornicabra o terebinto (Pistacia terebinthus). Pero las hay muy variadas y en muchas plantas de lo más variado.
En este caso es de un tamaño aproximado a una aceituna, con una forma muy curiosa, con unas extensiones que parecen estar dispuesta en forma estrellada, aunque como si no se hubieran abierto del todo. Se ve un orificio pero Gilfernando me advierte que no necesariamente se tiene que tratar de la salida del causante sino que podría ser de un segundo o un tercer huésped. Presenta también un brillo importante y, en una parte hay una sustancia pegajosa en la que se encuentra un pequeño insecto, ya muerto.
Se trata del género "Andricus" pero no me atrevo a decir la especie.
La segunda es mucho más pequeña. Se encuentra en el envés de la hoja del quejigo, justo sobre el nervio central, y está formada por dos "solapas", por decirlo coloquialmente, de unos dos milímetros de longitud mayor, que abrazaban una circunferencia punteada, como se ve en las fotografías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario